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Sinopsis
Algo me persigue, intangible pero presente; ¿O será que lo imagino todo? Ya no puedo ver al espejo con tranquilidad nunca más.
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La Persona en el Reflejo
Antes de que esto me sucediera no entendía el miedo o aversión que ciertas personas tienen a los espejos, quizá como a todos, me parecían un objeto tan común de la vida diaria que sencillamente pasaba por desapercibido.
Me refiero a que los usaba para lo que están hechos, se podría decir, verte mientras te arreglas y hasta admirarte un poco si estás en el ánimo adecuado.
Esto que estoy por platicarte comenzó a sucederme una tarde que venía de regreso del trabajo; Más bien, comencé a percatarme de ello ese día.
Pasa que estaba en el autobús sentado viendo la ventana cuando alcancé a mirar en el reflejo de ella que alguien me estaba observando, un hombre de aspecto promedio parado cerca de la puerta de descenso.
Vestía una camisa blanca, un sombrero algo viejo y una gabardina negra que le cubría gran parte del resto del cuerpo, al ser el reflejo no terminaba de verlo por completo, pero sí podía distinguir sus ojos mirándome fijamente, apenas dejándose ser vistos por culpa de su sombrero.
Traté de mirar con el rabillo del ojo a ver si alcanzaba a ubicar a dicho sujeto, tener un poco de más información sobre él y rectificar si efectivamente me miraba a mi o sólo era una coincidencia algo perturbadora como suele ocurrir seguido al ir en el transporte y cruzar la mirada con otra persona.
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No encontraba rastro de él, así que en un movimiento, donde traté de que fuera lo más “natural” posible, me despegué de la ventana, estiré los brazos hacia arriba y giré un poco el cuello para dar la impresión de que me estaba estirando.
Con ello intenté mirar hacia aquel lugar donde lo vi, pero no había nadie.
De hecho el camión venía medianamente vacío, habían lugares de más para sentarse en alguno, por lo que no tenía mucho sentido que el hombre viniera parado cerca de la puerta.
Tampoco pudo bajarse porque íbamos a la mitad de las paradas establecidas, por lo que no habría tenido la oportunidad de salir en ningún momento.
Evidentemente estaba confundido, me preguntaba si de verdad lo había visto. Regresé la mirada a la ventana para ver si lo encontraba, pero no sucedió. Me acomodé tal como venía y busqué alguna mancha en la ventana que pudiera haber imaginado.
Quizá con el cansancio, la somnolencia pudiera haberme jugado un truco visual o yo qué sé. No dejé de pensar en ello el resto del día, y los siguientes, cada que veía un reflejo en un espejo o una ventana recordaba lo sucedido.
Si bien esto fue extraño y perturbador, la primera ocasión no fue especialmente de terror. Pasó el tiempo y se me fue pasando poco a poco esa “preocupación” si es que se le puede llamar así.
La segunda vez que me sucedió fue verdaderamente terrorífica, era un poco tarde y de noche, el metro venía vacío, yo estaba sentado en un vagón donde apenas nos encontrábamos unas 6 o 7 personas.
La sección donde yo me subí tenía todos sus asientos disponibles de ambos lados, igual estaba mirando hacia la ventana, aunque concentrado en cosas que debía entregar para la semana que viene en el trabajo. Estaba mirando al vacío, por así decirlo.
Tras detenerse en su correspondiente estación, entramos al túnel que hay entre cada parada, una de las lámparas que hay en los laterales me “despertó” de ese letargo, fue lo suficientemente brillante para deslumbrarme y que regresara al presente.
Al reenfocar la mirada me llevé el susto más grande que hasta hoy puedo decir que he tenido.
El hombre de la gabardina con el sombrero estaba sentado a un lado de mí, pero su cuerpo y cabeza estaban volteados completamente hacía donde yo, me miraba directamente y con sus ojos muy abiertos.
De la impresión solté un grito de terror bastante alto, me volteé hacía ese lado y hasta me levanté; Sentí cómo el cuerpo comenzó a ponerse completamente frío, el corazón latiendo tan rápido y fuerte que casi se me salía del pecho.
No había nadie ahí. Como ya dije, de hecho no había nadie en ninguno de los dos lados de los asientos.
Las demás personas obviamente voltearon a verme de manera inmediata, regresé la mirada a algunos de ellos tratando de averiguar si allí se encontraba este señor, pero tampoco.
Quizá los otros pasajeros pensaron que venía ebrio o drogado, no lo sé; pero nadie se acercó a ver si tenía algo.
Probablemente yo los había espantado a ellos.
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El resto del camino traté de guardar la compostura, pero me era difícil, estaba temblando, las piernas casi ni me querían responder; Notaba el sudor frío recorriendo mi cuello y nuca. Esa noche apenas pude conciliar el sueño.
Aquella imagen no quería salir de mi cabeza y cada que cerraba los ojos sentía que lo vería de nuevo.
De hecho, tenía el miedo latente de que comenzara a aparecer en mis sueños.
Desde esa vez lo veo con más frecuencia en mi día a día, no podría decir que diario se me aparece, hasta eso es errático, pueden pasar 2 días, 1 semana o hasta dos sin que lo vea.
Aunque ninguna de manera tan cercana como aquella ocasión. Como ya lo mencioné, el señor en cuestión es un poco más “común” por decirlo de alguna manera, no tiene nada de aterrador en su persona o físico, más allá del atuendo poco convencional.
No me da miedo él, sino sus intenciones. Me da miedo no saber porqué se me aparece, qué quiere de mí, si sólo me atormenta o si pretende hacerme algo algún día.
Quizá también me da miedo que esto sólo me ocurra en la cabeza, que no sea real y que tenga una especie de enfermedad que me haga alucinarlo.
No he querido ir con algún doctor o psiquiatra porque estoy seguro de que no se trata de nada de eso, en mi familia no hay antecedentes de problemas mentales. Lo cierto es que desde entonces nada es lo mismo.
Llevo meses con esta situación y justo cuando menos me lo espero es cuando reaparece, apenas puedo tener un respiro cuando cierro los ojos.
Mientras voy en el metro, en el camión, mientras me baño, mientras paso por cualquier lugar que refleje trato de cerrar los ojos o no voltear directamente.
Alguna vez mientras caminaba por la ciudad pasé por un edificio de esos qué tienen ventanas desde el primer piso y alcancé a notar qué ese señor venía a una distancia considerable de mí.
Y es indescriptible la sensación de inseguridad que me abordó en ese momento.
Alguna vez mientras estaba de paseo en el coche de un amigo venía platicando con él cuando miré él retrovisor y lo vi en los asientos de atrás.
Traté de ser sutil y preguntarle a mi amigo si no notaba que él coche de atrás venía echandonos las luces para que volteara a la parte trasera y confirmara si también veía al hombre o no.
Pero no fue así, miró y no dijo nada más que negar lo que le había insinuado, cosa que evidentemente sólo había inventado.
¿Quién es ese hombre? ¿Por qué me sigue? ¿Por qué sólo lo veo yo? ¿Qué quiere?
Me siento en constante vigilancia y asecho, evito tanto como puedo mirar mi reflejo. Es bastante evidente y tanto familia como amigos lo han notado, pero qué les puedo decir.
Como ya dije, a veces ni yo creo lo que me pasa, realmente quisiera que todo estuviera en mi cabeza pues de lo contrario no sé qué pensar o hacer.