El Mimo del Semáforo

Un simpático mimo aparece en el pueblo de la nada y se va cuando nadie lo ve, misterioso como persona, más misteriosos eran sus enigmáticos shows en aquel semáforo

El Mimo del Semáforo
Historia ‘El Mimo del Semáforo’ | Diseño Tinta Negra, Foto de Pixabay

Sinopsis

Un simpático mimo aparece en el pueblo de la nada y se va cuando nadie lo ve, misterioso como persona, más misteriosos eran sus enigmáticos shows en aquel semáforo

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El Mimo del Semáforo

Es común que en los semáforos de mi ciudad hayan personas haciendo acrobacias, malabares, vendiendo cosas, haciendo un minishow siendo payasos o magos y también están aquellos que escupen fuego.

Algo que siempre se me hizo muy peligroso, pero al mismo tiempo asombroso.

Y entonces estaba este mimo, en una de las avenidas no tan concurridas pero que igual manejaba cierto tránsito.

Destacaba de entre todos porque era justo es un mimo, antes de él yo no había visto a algún otro, aunque sabía que en el centro histórico de la ciudad habían unos 3 o 4.

Este no parecía muy diferente a los de las caricaturas, vestía de pantalón negro, unos zapatos muy grandes de color blanco con negro que parecían más de payaso; Una boina negra, tirantes negros y una camisa de rayas de los mismos colores.

Quizá lo que sí destacaba de su atuendo era el maquillaje, ya que en lugar de tener los labios pintados tenía una especie de mancha negra que parecía formarle una cara de tristeza alrededor de la boca, además de en sus ojos tenía una especie de rombos por debajo de éstos.

El resto de la cara era blanco con sus cejas remarcadas de negro para aparentar una cara de angustia o dolencia, por decirlo de alguna manera.

No daba miedo como tal, mas bien parecía que su maquillaje le daba un toque de cierta incomodidad tolerable, pues el contraste entre su enérgica actuación y alegres expresiones, contrastaba completamente con el rostro que se dibujaba.

Mimo mostrando la mano | Foto de Pixabay

Lo realmente espectacular estaba en su acto que duraba escasos 40 o 50 segundos, pues era algo completamente fuera de lo común.

Hasta las personas que iban a pie solían detenerse unos minutos a contemplar lo que el mimo hacía.

Yo lo conocí la vez que acompañé a mi papá por unas maderas para reparar un mueble que teníamos en la alacena, este día nos tocó verlo en primera persona pues éramos de los coches que esperarían hasta enfrente por la luz verde.

Se posó frente a nuestro auto, nos saludó con una sonrisa enorme e hizo una seña con los dedos de que lo esperásemos un poco.

Hizo como si sacara una mesa plegable de una maleta y la colocó rápidamente, le dio un par de golpes suaves e increíblemente hizo como su se recostara en ella.

Genuinamente el mimo parecía estar acostándose en una mesa en el aire, una mesa que era invisible, pues evidentemente nosotros no veíamos absolutamente nada.

Le dije a mi papá que si estaba viendo lo mismo que yo y él, con una risa pequeña, me comentó que también había puesto esa cara cuando lo vio por primera vez, que le había causado el mismo asombro, que todavía le seguía pareciendo fascinante cómo es que lo lograba.

Terminó su acto y todos los coches de enfrente le pitaron para que se acercara, hasta mi papá le dio un par de monedas que tenía de cambio.

Me comentó que él no tenía mucho tiempo en ese semáforo, quizá un año o menos, pero que desde el inicio se había robado el asombro y admiración de quienes pasaban por ahí, pero que también se había ganado cierta desconfianza pues decían que eso sólo podría hacerlo un brujo o alguien quien jugaba con cosas mágicas.

Cuestiones que a él se le hacían absurdas pues seguro existía un cable o una especie de plataforma traslúcida que hacía parecer que no había nada.

Él siempre se mantuvo muy escéptico a creer lo que algunos murmuraban sobre aquel mimo.

Lo cierto es que sus shows no se limitaban a pararse o acostarse en el aire; también hacía como que se sujetaba de un pasamanos y lo recorría, invitaba de vez en cuando a que alguien tomara su maletín invisible y lo cargara.

Cosa que dejaba impresionado al que lo intentaba pues, decían ellos, sí habían sujetado algo con peso que no podían ver.

Pero, quizá la hazaña más increíble que llegaron a contar del mimo fue que logró detener un coche en el semáforo a la distancia, haciendo como si se recargara de frente en el cofre y lo tratara de contener.

Show de mimo | Foto de Pixabay

Repito, lo hizo a la distancia por que dicen que jamás tocó al vehículo y al parece el dueño estaba tan impresionado como los demás coches que no avanzaron con tal de presenciar dicho acontecimiento.

Evidentemente se hizo de cierta fama, llegaban personas a preguntar cómo hacía sus actos, pero, fiel a su papel, en ningún momento se le escuchó hablar; También se le acercaron para invitarlo a fiestas o eventos, pero él los rechazaba todos.

Una vez llegaron de la televisión, pero al percatarse de ello abandonó el lugar.

Era bastante misterioso el Mimo ese, nadie sabía de dónde venía pues desde las primeras horas de la mañana ya se encontraba ahí y se iba hasta ya que estaba oscuro por la tarde-noche.

Duró quizá poco más de 6 meses desde que lo conocí.

Un día sólo desapareció y nadie supo qué pasó ni qué sucedió con él.

Las leyendas urbanas no se hicieron esperar, que si tenía un pacto con el diablo, que si tenía poderes, que si lo habían secuestrado, que si venía de otra dimensión o que si lo había atropellado en aquella esquina.

Lo cierto es que las personas le hicieron un pequeño altar en esa esquina aún sin saber si de verdad había muerto.

La gente sigue contando que a veces lo veían interactuar con algo más en los semáforos, que por las noches las pocas personas que llegaban a verlo irse notaban que parecía ser acompañado de una especie de ente.

Lo cierto es que nadie supo ni sabrá cómo hacía sus trucos, que se quedará como un misterio tanto como él lo era.

De vez en cuando sale una persona a asegurar que vio al Mimo en la madrugada mientras regresaba a casa, pero en realidad nada es certero.


Owen Marín

Owen Marín

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